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viernes, 13 de mayo de 2011

Obsesivo compulsivo.



Autor: Dr. Eduardo Pereira Astudillo.
Especialista en Psiquiatría
Correo-e: epereiraa@intramed.net ; eduardopereira2201@gmail.com

Telf: 2931518 / 2936596  ext. 109   cel: 083431601

Si alguien ejemplifica bien la presentación de este trastorno, ese es Monk, peculiar personaje de esta serie detectivesca ganadora de muchos premios.

Resulta gracioso  ver a alguien con tantas “manías” y cosas raras en la televisión, desde su temor exagerado a los gérmenes,  hasta su típica forma de caminar esquivando las rayas de las baldosas,  pero en la vida real dentro de una  escala de gravedad ,  el trastorno obsesivo compulsivo puede llegar  a ser muy desgastante y nada divertido para quien lo padece y  su entorno cercano.

Como el nombre lo sugiere, tenemos dos características básicas: las obsesiones y las compulsiones. La obsesión es una idea intrusiva, repetitiva,  ajena al control de la persona, y la compulsión es un acto mental o motor usado para calmar la idea obsesiva.  

Es común la  incertidumbre y permanente duda. El pensamiento obsesivo puede consistir en intenso malestar ante objetos desordenados, incomodidad ante la falta de simetría, miedo a la contaminación con gérmenes, imágenes intrusivas, temor de  cometer un acto inadecuado en público o a ser agresivo etc. Clásicos ejemplos de compulsiones son el lavado repetitivo de manos, verificación de actos que se vuelve incontrolable como comprobar si se cerró la puerta, la válvula de gas, revisar el dinero o llaves en el bolsillo etc. Otros actos compulsivos son rezar, contar, repetir palabras, siempre con el fin de aliviar una obsesión.

Las obsesiones y las compulsiones ocupan una hora o más durante el día y esto limita las actividades cotidianas haciendo que la vida transcurra de una forma extremadamente lenta, y que puede ser causa de aislamiento social, fracaso laboral, incapacitando de manera importante al individuo.

Tuve un paciente cuya ideación obsesiva discurría en torno a la  limpieza-orden y especialmente a imágenes sexuales intrusivas y persistentes que causaban disconfort, culpa y estaban ajenas al control del sujeto. A causa de esto se autoflajelaba compulsivamente aceptando que su conducta era desproporcionada para sus convicciones morales y religiosas.  Abandonó sus estudios, se distanció de su familia y amigos y experimentaba una gran sensación de impotencia al verse dominado por ideas y actos que no podía controlar.

El tratamiento farmacológico es fundamental, que consiste en el uso de antidepresivos. La psicoterapia también es de muchísima importancia.

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